Acabamos de finalizar una semana en la que ha predominado el color rojo en las plazas bursátiles, con caídas superiores al 2% en el Viejo Continente, todo ello propiciado principalmente por las tensiones entre Estados Unidos y Corea del Norte.
Fíjense como prueba del temor de los inversores en que todos los sectores del Stoxx600 cerraron la semana en negativo, mientras que los activos refugio se beneficiaban como es el caso del oro que sube más de un 2%.
De todas maneras, y pese a las caídas que se han ido acumulando en las Bolsas, el índice de volatilidad todavía se mantiene por debajo de 20 (llegó en la semana a subir a 17,28) y esto es relevante puesto que un Vix por encima de 20 indica temor de los inversores, un Vix por debajo de 20 implica que aún no ha llegado el "miedo" a los mercados.
En cambio, el sentimiento de los inversores en Wall Street comienza a manifestarse con pesimismo. El ratio put/call se encarga de medirlo y si supera el 1 implica sentimiento bajista. La semana se ha cerrado en 0,94.
Respecto a las divisas, el euro frente al dólar salía de un rango lateral en el que llevaba inmerso desde hace casi dos años y medio y lograba superar la barrera de 1,18. El motivo es doble: por un lado, los mercados creen que el BCE será más claro en su reunión de septiembre acerca de ir eliminando el programa QE (ello favorecería al euro); por otro lado, el mal dato de IPC en USA que subía menos de los esperado, no ayuda a que la Fed suba tipos de interés (ello perjudica al dólar).
La libra se depreciaba tras advertirse que May no lograba los apoyos de sus socios en Escocia para aprobar la ley de trasposición de regulación europea a Reino Unido.
Por tanto, y resumiendo, los mercados ven con preocupación el riesgo de conflicto militar armado entre EE.UU. y Corea del norte, pero todavía creen que no se llegará a tales extremos. Las ventas se imponen a las compras pero, más que por apostar a que habrá una guerra, el motivo obedece fundamentalmente al cierre de compras para asegurar las ganancias acumuladas.