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Los bonos corporativos apuntan a una depresión económica

Publicado 01.06.2020, 09:14
Actualizado 09.07.2023, 12:32

Desde la crisis subprime de 2008 las empresas han acelerado el proceso y la necesidad de emitir bonos corporativos para financiarse. Por regla general, esas "necesidades de capital" se han consumido en la expansión continúa sin sentido ni precedentes por el eterno afán de conquistar hasta el infinito. Un activo atractivo para inversores codiciosos ante los bajos tipos de interés generalizados y como alternativa para rentabilizar sus carteras. Las estimaciones en emisión de bonos corporativos en la última década se habrían duplicado.

Tanto el FMI como el BM ya han alertado varias veces y desde hace tiempo sobre la dimensión bíblica del riesgo. Las políticas monetarias expansivas del BCE y la FED no han hecho más que seguir avivando este gran problema que muy probablemente explotará en el corto o medio plazo. No sólo eso, sino que estas mismas instituciones han comprado bonos corporativos.

Jerome Powell, presidente de la FED, admitió que han comprado ETF's de bonos corporativos. De la quebrada Hertz (NYSE:HRI) por ejemplo. Es un gran problema por su volumen pero empieza también a serlo por su calificación crediticia, su rating. La calidad de esos bonos que miden el grado de solvencia de las empresas que lo emiten comienzan a calificarse como "bono basura". Las agencias de calificación Moody’s, Standar&Poor’s y Fitch ya están diciendo que lo que hay no es bueno y empieza a dejar de ser un atractivo para nuevos inversores. Y cuanto menor es la calidad de la deuda emitida más se quiere seducir al inversor con rentabilidades mayores por parte de las empresas que lo emiten. Un juego que viene siendo perverso desde hace algún tiempo también.

El Covid19 ha sido inesperado y sus consecuencias a medio y largo plazo en la economía mundial están disparando todas las alarmas para empresas e inversores, porque muchas entidades empiezan a no poder cumplir con las rentabilidades prometidas. El sálvese quien pueda comienza a correr por las salas de inversión intentando desprenderse de estos activos de alto riesgo al mejor precio posible antes de perderlo todo. Ante esa circunstancia se está ofreciendo a sus clientes convertirlos en acciones, en el caso sólo de que sean bonos convertibles. Demasiado tarde para muchos y poco atractiva.

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Obviamente, no hay que decir que las primeras potencias del mundo tienen en sus pasivos este tipo de deuda, en grandes cantidades. Las empresas ante las exigencias de los inversores institucionales comienzan a reducir inversiones, empleos, vender filiales, sacrificar dividendos y eliminar gastos superfluos para mitigar en sus balances la que se avecina.

La pandemia con efectos recesivos en la economía, la más que presumible recuperación en U o L y el cambio de modelo productivo por la tecnología, hace presagiar un problema importante que se agudizará con los 55 Billones de dólares americanos en bonos corporativos que están en manos de todas las economías más potentes.

Una segunda oleada de contagios en el cuarto trimestre, como pronostican los expertos, sería la guinda de este pastel que salpicará a todos, mercados financieros y la economía real entre sus efectos más directos.

La crisis subprime de 2008 se originó por conceder préstamos hipotecarios a clientes de dudoso cobro. Esa deuda se titulizó y se la llamó CDO (Collateralized Debt Obligations) y se vendió como activo financiero por todo el mundo. Cuando se calificó esa deuda como basura, la desconfianza crediticia saltó por los aires y provocó la crisis. Actualmente, la deuda corporativa presenta ciertos paralelismos. Se ha vendido deuda de empresas de dudosa solvencia en sus balances, se ha creado un instrumento para comercializarlo llamado CLO (Collateralized Loans Obligations) los cuales son grandes vehículos que acumulan créditos de empresas endeudadas y los venden por trozos a los inversores. Es decir, se está comprando deuda de empresas de dudosa solvencia y las agencias de rating empiezan a clasificarlas como "bono basura". Y los bancos vuelven a tener en sus balances este tipo de riesgo en forma de préstamos a empresas endeudadas, ha vendido también CLO y si fuera poco, la banca ha prestado dinero a inversores no financieros que han invertido en préstamos apalancados y en CLO.

Por tanto, los bonos corporativos llamados "High Yield" y "ETF´s Corporativos" tienen un alto riesgo de Default, de impago. Pero sobre todo porque la desaceleración o recesión económica global actual hará imposible para este tipo de empresas por una caída generalizada de sus ventas el poder pagar los intereses prometidos a sus inversores. Muchas se declararán en quiebra, muchas pedirán rescates y todo ello generará probablemente, como así ocurriera con las subprime, un efecto dominó hacia una crisis económica aguda, depresión, que no podrán contener los países por la altísima deuda soberana que per sé también presentan de forma generalizada en sus presupuestos.

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No obstante, todo podría ocurrir probablemente pasado el 3 de noviembre, fecha de las próximas elecciones presidenciales en los EE.UU.

Últimos comentarios

Muy interesante artículo, perfectamente razonados los argumentos, buen trabajo. Gracias Jaime.
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