Es una manera de llamarlo. Grandes clásicos del trading: “Tras ir bien un par de meses, operé de manera más agresiva y lo perdí todo” o “Después de que me saltase el Stop Loss, volví a entrar en el mercado repetidas veces, sin stop, más apalancado… y perdí lo ganado en una semana bien y con disciplina". En mi caso, fue en una tarde con una comparecencia de Draghi, cada vez más enciscada con el EUR/USD… hasta que me di cuenta que me había comido media cuenta, un absoluto caos, y obviamente ya no estaba operando, ni patrones, ni operativa, ni nada, compras y ventas cada vez más fuertes, para “recuperar” parte de lo perdido. Esa tarde los del bróker debieron irse de cañas a mi salud después del trabajo.
Leo Margets, jugadora de póker profesional, y acostumbrada a que su actividad tenga también ese componente de aleatoriedad y azar, lo denomina “autosabotaje”.
Extraigo varias pinceladas, pues es muy interesante el enfoque desde nuestro propio cerebro.
“Crees que no se te da mal del todo, pero sientes que de manera consistente hay momentos en los que se te va la olla y haces jugadas erróneas impulsivamente. Es como si el cerebro desconectara y fueras un espectador de un accidente de tren. Juegas manos que no toca y pagas en spots totalmente inapropiados, aun siendo consciente de cómo de nefasta es la jugada. Sin embargo, es como si no tuvieras control, como si te estuvieras saboteando a ti mismo…”. “¡No sé por qué me autosaboteo!”. ¿Pero realmente te estás autosaboteando? El término autosabotaje suena superatractivo y se habla mucho por ahí, en blogs de autoayuda y esas cosas, pero en realidad el autosabotaje como tal no existe. En ese momento en el que dudas, tu cerebro toma la decisión a conciencia. No se equivoca, no es un autosabotaje: es una decisión basada en cómo tú te representas a ti mismo ese momento.
Lo primero de todo es saber que aunque el funcionamiento del cerebro parece complejo en realidad se basa en un único objetivo: sobrevivir. Bajo esta premisa los dos mecanismos que motivan a nuestro cerebro son: acercarse al placer y alejarse del dolor.
“Realmente, aunque no sea una situación de vida o muerte, éste entiende que algo que te produce una sensación chunga no es bueno para ti, para tu supervivencia, pues el cerebro no sabe diferenciar de una amenaza real o imaginaria, y por lo tanto te ahuyenta de eso”.
Es verdad, que en una charla que tuve con ella terminamos comentando precisamente este punto. Y para poder trabajarlo, no quedaba otra que la disciplina, seguir a rajatabla tu operativa y, en cuanto te des cuenta de que la estás liando, PARAR INMEDIATAMENTE, sin excusas, sin “voy a recuperar”, levantarte e irte, y posteriormente analizar todo lo ocurrido. Cuando luego experimentamos rechazo por el mercado, es precisamente porque nuestro cerebro no quiere que nos pongamos de nuevo fuera de la zona de confort.
Si bien hay muchos puntos en los que el ser humano aprende estudiando, otros lo hace por la práctica, y a veces necesita mucha y muchos revolcones para aprender la lección.
Esta es una de las lecciones más duras que nos toca aprender. El autocontrol.