Arquitectura de la UE, Fourth Reich y desafíos

 | 14.02.2017 12:56

Al calor del sainete griego y de la dura caída del precio -subida de rentabilidad- de sus bonos en las últimas semanas, la agencia de calificación de deudas Fitch emitió ayer una nota recordando que la nota de la deuda soberana griega permanece en estatus “basura” desde hace más de dos años.

La rentabilidad del bono a 2 años ha subido hasta el 10% tras ascender más de un 50% en sólo 3 semanas. Aunque, de momento, Fitch descarta que se produzcan males mayores y confía en una solución o pacto para liberar el siguiente tramo de rescate antes de junio.

Las negociaciones se han atascado después de que el FMI haya sugerido nuevas medidas de austeridad al Gobierno y control fiscal que permita asegurar superavit primario (sin pago de intereses de deuda), pero Grecia se opone tras haber empobrecido a su población sistemáticamente desde que se desató la crisis, mediante impuestazos, recorte de salarios, de pensiones…

También el FMI ha vuelto a recomendar a Europa que defina un plan integral y creíble, que haga viable la estabilidad futura del país. Recomiendan una reestructuración real de la deuda o quitas que, según parece, Europa rechaza.

Las posibilidades de Grecia pasan por depender de las ayudas o rescates en forma de liquidez para poder atender sus compromisos. Sin embargo, la situación económico financiera del país es tan dramática que tarde o temprano será obligado emprender un programa de quitas masivo, o bien la quiebra.

La delicada forma en que se encuentran la situación política, economía y finanzas en el conjunto de Europa es un impedimento para afrontar el problema de Grecia con la rotundidad necesaria.

Los torrentes de populismo y anti europeísmo se están extendiendo y moviendo conciencias, atrayendo a muchos ciudadanos a defender la idea del nacionalismo fuera de la Unión Europea y lejos de los “hombres de negro” que desde el centro de Europa y sin haber sido designados democráticamente, legislan y definen las hojas de ruta y vidas de cada uno.

El 53% de los griegos piensa que deberían salir del euro, el 47% de italianos están contra la moneda común y sólo el 43% a favor, el 41% de franceses en contra.

Las crisis pasan factura social y despiertan la inquietud de los gobernados por conocer la realidad, los motivos y las inclinaciones de los gobernantes.

La idea de que Alemania ha diseñado una Europa a su antojo, creando una especie de “Fourth Reich’, se extiende paulatinamente por distintos países y consecuentemente, el apego o afán de pertenencia a la UE está sufriendo, mientras los populismos ganan terreno.

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En esta tesitura, hay convocadas elecciones en Holanda para el próximo mes, Francia en mayo-junio o Alemania en otoño, además de Italia en 2018 con riesgo de ser anticipadas. Europa tiene, además, que abordar el Brexit (quizá buscar fórmulas que hagan viable una eventual adopción de Escocia).

La quiebra de un país miembro es palabra tabú, es inconcebible para las autoridades pero, llegado el momento, no habrá más remedio que entender las limitaciones de cada nación y proceder a adoptar soluciones definitivas, de duros sacrificios de corto plazo buscando beneficios futuros.

Una quiebra es una solución realmente dolorosa pero, históricamente, quien no ha podido pagar ha quebrado, con el Reino de España a la cabeza. Vean el cuadro de quiebras o reestructuraciones de países europeos desde el año 1800: