Jacobo Roca | 11.08.2020 11:47
Con países endeudándose para poder financiar los intentos de contener el contagio de Covid-19, millones de empresas sin ingresos y sectores enteros como el turismo, paralizados de la noche a la mañana, ya se empiezan a oír voces que piden responsabilidades. Y varios dedos acusadores apuntan a China.
Una enfermedad que hará que la economía mundial retroceda en al menos un 3% y que pone en riesgo a uno de cada dos empleos en todo el planeta.
El buen resultado del segundo trimestre se explica en buena medida por el crecimiento de 4,4% en la producción industrial, que marca una tendencia positiva tras la caída de 8,4% en el primer cuarto de este 2020.
Además, resalta la asignación anticipada de cuotas de emisión de bonos para gobiernos provinciales, una acción que permitirá acelerar la inversión en infraestructura en lo que queda de año, lo que repercutirá en creación de empleos.
En esta lamentable crisis del coronavirus, China fue el origen de todo, al ser tanto donde se coció el funesto Covid-19 en un caldo de cultivo político-represivo que sólo propició su proliferación masiva, como por ser donde los primeros confinamientos masivos a nivel mundial llevaron a su economía a sufrir las dentelladas de la bestia socioeconómica más agresiva que hemos visto en el mundo desde hace décadas.
Pero nos faltaban los datos de la superpotencia que fue el origen de todo, tanto por ser donde se originó el terrible virus, como por haber hecho una nefasta gestión del mismo que, en vez de apoyar a los profesionales médicos que encendieron la luz de alarma cuando se estaba a tiempo de evitar el desastre, optó por represaliarlos, con el resultado de que allí la epidemia se les fue literalmente de las manos, y se acabó convirtiendo en toda una pandemia.
Pero en China ya están haciendo alarde de un crecimiento del PIB contundente sobre las cifras que tenían en Abril, y esa recuperación de tasas positivas alcanza una envidiable expansión económica del 3,2% entre abril y junio en términos interanuales con respecto al mismo periodo de 2019. La cifra es doblemente significativa, porque no sólo muestra un crecimiento con respecto al año anterior, sino porque además lo hace recuperando el gran terreno perdido y en negativo del trimestre precedente.
El Gobierno ha puesto límites a la inversión inmobiliaria para reducir la especulación. Tampoco la tibia subida de tipos ha metido en cintura un sector donde abundan los créditos baratos. La excesiva liquidez y sobreinversión están llevando al límite a muchas empresas. Las medidas correctivas pueden tener algún pequeño impacto a corto plazo, pero la solución pasa por subir los tipos y hacer más fuerte el yuan.
Tampoco la intención de reducir el comercio exterior a favor de un mayor consumo interno funciona. Las exportaciones aumentaron en el primer semestre un 25%, hasta los 335.400 millones de euros, mientras las importaciones lo hicieron en un 21%, colocándose en 287.400 millones de euros. China batió otro máximo histórico en junio: su superávit comercial alcanzó los 11.400 millones de euros. El acento del comercio exterior revela que China aún está lejos de conseguir esa clase media característica de los países desarrollados.
Este dopaje económico en China, generará complicaciones en el resto de países del mundo en el último trimestre del 2020. Como dijo Alfred Tennyson: “Nunca será tarde para buscar un mundo mejor y más nuevo, si en el empeño ponemos coraje y esperanza”.
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