El Banco de Inglaterra es optimista a pesar de las disputas sobre el Brexit

 | 11.07.2018 10:02

Darrell Delamaide

El Banco de Inglaterra se encuentra de repente en la difícil situación de lidiar con la política de tipos de interés cuando la supervivencia del actual gobierno no está asegurada. El gobernador del Banco de Inglaterra, Mark Carney, considera que la economía es fuerte y probablemente necesite pisar un poco el freno con una subida de los tipos de interés. Pero de repente el Gobierno de la primera ministra Theresa May está en peligro de colapso y nada de lo que haga para frenar el crecimiento económico podría aumentar ese peligro.

Para ser justos, las agresivas declaraciones de Carney la semana pasada tuvieron lugar antes de la inesperada dimisión del negociador jefe del Reino Unido para el Brexit, David Davis, el domingo seguida el lunes por la aún más espectacular dimisión del secretario de Asuntos Exteriores, Boris Johnson, el exalcalde de Londres y un líder de la facción más “prosalida” del partido conservador.

Aun así, las presiones que llevaron al gabinete del Brexit a alcanzar un acuerdo el viernes, desencadenando las posteriores dimisiones, se han ido acumulando durante algún tiempo. Y los negociadores de la Unión Europea mantienen la cautela ante el impacto que el último acuerdo del Reino Unido pueda tener en el mercado único.

A pesar de estas incertidumbres, Carney habló con aprobación sobre el crecimiento actual y las previsiones para el Reino Unido al avecinarse la salida de la UE. "La ruta actual es coherente con la actual proyección central [del Comité de Política Monetaria], que supone una transición relativamente suave hacia un Brexit que supondría un término medio entre una gran variedad de resultados", dijo el jueves. "En este caso, la función de reacción del comité será más convencional, pues la trayectoria de política se verá impulsada principalmente por la demanda".

En definitiva, el comité de política monetaria subirá casi con seguridad los tipos de interés en su reunión del 2 de agosto, como un 80% de los participantes del mercado encuestados habían previsto. La probabilidad se ha visto afianzada aún más por las cifras del PIB publicadas esta semana, que han indicado un crecimiento del 0,3% en mayo, frente al 0,2% de abril.

Estas cifras cuadran con el anterior análisis de Carney. "A nivel interno, los nuevos datos me han dado una mayor confianza en que la escasa la actividad del Reino Unido en el primer trimestre se ha debido en gran parte a las condiciones meteorológicas, no al clima económico", dijo en su discurso la semana pasada.

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Si echamos la vista atrás hacia la reunión de junio del comité de política monetaria, lo más llamativo fue el desacuerdo del economista jefe Andrew Haldane con la mayoría, al mostrarse a favor de una inmediata subida de los tipos. Él y otros dos querían subir los tipos hasta el 0,75% pero la mayoría estuvo a favor de mantenerlos inalterados en el 0,5%. El cambio de postura de Haldane hace más probable una subida de los tipos en agosto.

El Banco de Inglaterra también se verá limitado por su reversión anterior en mayo. Tras señalar una subida de tipos, la debilidad de los nuevos datos ha convencido a los responsables de la política monetaria para recular. Esta inquietud se ha disipado gracias a los nuevos datos, pero el giro anterior ha perjudicado la credibilidad del banco.

Los responsables de la política monetaria del Reino Unido, al igual que los de Estados Unidos, se ven asediados por el fracaso de la curva de Phillips a la hora de mantener su exactitud histórica en la predicción de la inflación cuando las cifras de contratación se recuperan. Al haber descendido el desempleo del Reino Unido hasta un 4,2%, debería haber algunos indicios de presión inflacionaria. Pero de hecho, hay pocas señales de inflación pues el total de las subidas de los salarios entre febrero y abril ha subido un 2,5% interanual, por debajo del 2,6% de marzo y el 2,8% de febrero.

Algunos argumentan la inflación salarial se está retrasando y que arrancará cualquier día. Otros creen que hay más holgura en el mercado laboral de la que se desprende de los datos, con perdonas todavía subempleadas o sin suficiente esperanza como para unirse a la fuerza laboral.