El lastre de la gestión de las expectativas

 | 01.09.2022 08:26

Hay una premisa máxima en los mercados que está por encima de la propia realidad, por encima de cómo salgan los datos macro importantes, por encima de las propias decisiones de los bancos centrales. Se trata de la gestión de las expectativas.

Imaginemos que va a salir un dato macro relevante. Si sale por encima de 57 es bueno y el mercado espera que sea 60. Finalmente sale en 58. El dato en sí mismo ha sido bueno porque salió por encima de 57, pero al estar por debajo de la expectativa del mercado que era 60, llega la reacción. Y en estos casos siempre es con caídas en el corto plazo.

Digo todo esto porque los mercados, tras la publicación del último dato de inflación en Estados Unidos, comenzó a valorar e incluso a estar convencido de que la Reserva Federal, en su siguiente reunión del mes de septiembre, levantaría el pie del acelerador y subiría los tipos de interés menos (en vez de 75 puntos serían 50 puntos) y que en 2023 incluso en algún momento dejaría de subir tipos.

Pero la realidad es tozuda. En la reunión de Jackson Hole, el presidente de la Fed, Powell, reiteró que el objetivo es doblegar la inflación duela lo que duela, cueste lo que cueste, y que en su opinión tendrían que subir en septiembre los tipos de interés otros 75 puntos (salvo que se produjese un cambio radical de la inflación en las semanas previas a la reunión de la Fed).

Incluso la presidenta de la Reserva Federal de Cleveland, Loretta Mester, dijo que es partidaria de subir los tipos de interés por encima del 4% a principios del próximo año y mantenerlos ahí para frenar las presiones sobre los precios. Es más, reconoció que la Fed se equivocó y que deberían haber empezado a subir los tipos de interés antes.

Se espera que el informe sobre las nóminas no agrícolas de EE.UU. muestre que la economía añadió 300.000 puestos de trabajo en agosto, lo que refuerza los argumentos a favor de unas subidas de tipos más agresivas. Los últimos datos también mostraron que las ofertas de empleo aumentaron en julio y que la confianza de los consumidores repuntó significativamente en agosto.

Y en lo referente al Banco Central Europeo, propone una subida de los tipos de interés de 75 puntos en la reunión del 8 de septiembre. Y es que se basan en que la energía está en dólares, con lo que un euro débil la encarece para los países de la eurozona, de ahí que quieran fortalecer el euro y eso se logra con un endurecimiento de la política monetaria, en este caso subiendo con agresividad los tipos de interés.

Además, la inflación en la zona euro se aceleró hasta el 9,1% en agosto desde el 8,9% de julio y batió un nuevo récord. Excluyendo la energía, la inflación aumentó al 5,8% desde el anterior 5,4%. Y en Italia subió al 8,4% en agosto, la más alta en más de 36 años, repuntando desde el 7,9% del mes anterior.

Estos dos elementos son los que han pillado al mercado con el pie cambiado, de ahí las últimas caídas.

Así pues, en condiciones “normales”, el mes de septiembre podría ser otro mes delicado.

Y recordemos también que si vemos el comportamiento del S&P 500, septiembre es el peor mes del año en cuanto a rentabilidad y en lo referente a las veces que ha sido positivo. En los últimos 20 años el rendimiento medio es de un -1,18%, en los últimos 50 años un -0,92% y en los últimos 100 años un -1,08%.

Desde 1950 a 2021, los mejores días como media son: día 16 (+0,33%), día 2 (+0,28%), día 28 (+0,23%). Los peores son: día 29 (-0,32%), día 21 (-0,29%), día 17 (-0,24%).

Además, hay que tener en cuenta que la primera quincena del mes suele ser mejor que la segunda.  

De todas maneras, el pasado viernes hubo un hecho que al menos muestra que los inversores controlan sus emociones. Resulta que mientras el S&P 500 caía más de un -3%, el índice de volatilidad Vix se mantuvo cerca de 25, es decir, por debajo de niveles en los que llegó a subir cuando este año el S&P 500 sufría caídas similares.