Entre bambalinas

 | 18.07.2022 08:27

La inflación de junio en EE.UU. sorprendió al consenso de los analistas y a nuestro modelo econométrico, que esperaba un dato incluso menor que el de las principales casas de inversión.
 
Aunque parece que hay argumentos para defender que algunos de los factores que han empujado al índice de precios hasta los niveles actuales podrían estar desacelerando -fundamentalmente, por las perspectivas de ralentización económica-, el mercado no termina de creerse la capacidad de los bancos centrales para evitar el mal trago de sentirse responsables de una segunda recesión en menos de 3 años como resultado de sus esfuerzos por contener una escalada de precios de la que además también tienen algo que decir.
 
Durante la pandemia, la Fed inyectó 1 de cada 3 dólares en circulación. Con el retardo habitual de una economía real que necesita hacer la digestión de unos estímulos tan cuantiosos -monetarios y fiscales-, la inflación ha ido progresivamente aumentando desde el primer trimestre de 2021 hasta una cota que pocos podían imaginar hace tan sólo unos meses.
 
El problema de la inflación no lo han generado únicamente los bancos centrales, de eso no hay duda, pero han contribuido activamente a hacerlo más grande. Para Milton Friedman, la inflación era únicamente un fenómeno monetario y, defendía que un exceso de oferta de dinero impactaba en la renta real y en los precios.
 
Sea o no la inflación un fenómeno únicamente monetario, asistimos ahora a una escena entre bambalinas preocupante, fuera de los focos que miran atentos a los tipos de interés, los grandes protagonistas de la escena económica. Nos referimos, en particular, a la retirada de liquidez por parte de la Fed.
 
Por un lado, lo hace por la vía oficial, la que se describe en las actas de las reuniones del FOMC y se comenta por Powell en sus ruedas de prensa, es decir, la reducción de su activo. Por otro, la que no se ve, a través de los Repos Inversos, mecanismo de carácter temporal y vencimiento diario que, en esta crisis inflacionaria, ha pasado a convertirse otro instrumento permanente más de la política monetaria del banco central norteamericano, y que ha venido utilizando desde abril de 2021. Basta mirar la evolución del activo de la Fed para darse cuenta de que el saldo de Repos Inversos no sólo no se está reduciendo una vez que el Quantitative Tightening ha comenzado -tal y como se decía en las actas de mayo que así sucedería-, sino que se encuentra próximo a su nivel más alto (2,2 billones de dólares).