"Everything, Everywhere, All at Once"

 | 08.08.2022 08:51

Además de ser el título de una película de moda de origen asiático, resume la manera más habitual de construir y gestionar carteras diversificadas, pero a día de hoy sabemos que hay formas más eficientes.
 
Con la publicación en 1952 de la Teoría Moderna de Carteras, Harry Markowitz definió el marco teórico sobre el que se ha desarrollado la industria de fondos que hoy conocemos. Desde entonces, el grado de sofisticación ha aumentado de manera progresiva, pero la base fundamental sigue siendo en esencia la misma. Las carteras diversificadas de fondos indexados, tan populares en nuestros días, son un ejemplo de la aplicación práctica de los trabajos de Markowitz, y los posteriores de William F. Sharpe y Merton Miller de las décadas de los 50, 60 y 70. Estas entidades se benefician de una técnica que supone unos costes de gestión muy reducidos -principal objetivo de una gestora-, pero que a la larga es menos beneficiosa para los inversores si lo comparamos con otras alternativas disponibles.

Empecemos por el principio, como decía aquel… Cuando un inversor invierte 10.000 euros en una cartera de fondos indexados, la entidad que gestiona esa cartera distribuye, en el mismo instante, toda la cantidad invertida entre todos los fondos en el porcentaje que su modelo de optimización ha calculado. Everything (invierte los 10.000 euros), everywhere (en todos los fondos), all at once (a la vez).
 
El rationale es impecable -basta con leer los trabajos de estos autores para darse cuenta de ello-, pero adolece de dos problemas prácticos: en primer lugar, la aportación individual de cada activo a la rentabilidad del conjunto de la cartera se ve condicionada por el momento en que hace la inversión frente a otras alternativas; en segundo lugar, el performance depende en gran medida de las dos variables clave que determinan el nivel de riesgo de la cartera -esto es, la volatilidad de los activos y la correlación entre ellos-.
 
Respecto del primer punto, pensemos que probablemente no sería lo mismo invertir en renta variable antes febrero del 2020, antes de la pandemia del COVID que en el mes de abril de ese mismo año, cuando las bolsas acababan de hacer mínimos. Esto hace que la aportación de la rentabilidad individual de cada activo sobre el conjunto de la cartera cambie de manera notable. Veámoslo con números.
 
Hemos construido una cartera teórica en el período enero de 2016 hasta nuestros días con cuatro activos: S&P500, Nasdaq 100, Oro y Petróleo. Para mayor facilidad, cada uno de esos activos tiene un peso del 25%. La tabla siguiente muestra la rentabilidad anualizada de la cartera y de cada uno de los activos, dependiendo de si la inversión se hubiese realizado el 1 de enero de cada uno de los años (2016 a 2022).