He ahorrado y vivido de buenas rentas durante más de 40 años

 | 18.12.2020 08:22

Mi método ha sido siempre la rentabilidad por dividendo de buenas empresas, de compañías de valor. Me fue muy bien hasta que me cazaron en Banco Popular (MC:POP), el que fuera el valor más rentable de la Bolsa española durante décadas. Ahora, con la pandemia, todo se ha ido por el desagüe. O casi todo. Si este fenómeno es perverso para ahorradores y jubilados como yo, más si cabe, es la presión mediática de los populistas contra las ganancias de capital y la subida de la presión fiscal. También las instituciones echan gasolina, proponiendo recomendando, día tras días, que las empresas se olviden de los dividendos para destinar ese dinero a capitalizarse más y mejor. Adiós dividendos", me cuenta el que fuera uno de los mejores gestores de la Bolsa española". ¿Y esta situación cuánto puede alargarse? 

¿Cuánto puede durar? En Schroders (LON:SDR) se han remontado a 149 años de historia del S&P 500 para buscar pistas sobre lo que el inversor puede anticipar de la recuperación de los dividendos.

Una primera conclusión interesante del análisis de Duncan Lamont, responsable de Investigación y Análisis, es que los mercados bajistas de dividendos como éste - en el que los dividendos caen al menos un 20% - son una rareza. Sólo ha habido otro desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Esto ocurrió durante la gran crisis financiera, cuando los dividendos cayeron un 24%. En los últimos 149 años sólo ha habido seis, en comparación con 16 mercados bajistas de rentabilidades totales. Estamos viviendo realmente en tiempos excepcionales.

El problema es que, si bien han sido menos frecuente, históricamente han durado mucho más que los de las rentabilidades totales (crecimiento e ingresos): 4,8 años frente a 1,5 años, de media (o 3,5 años frente a 1,3 años en el caso de la mediana). El mercado bajista de dividendos de septiembre de 2008 a marzo de 2010 fue relativamente corto en comparación con otros, como se aprecia en el gráfico a continuación. “Esto tiene sentido. Los precios de las acciones reaccionan antes de que mejore la economía, mientras que los dividendos no se recuperan hasta que las finanzas de las empresas mejoran”, explica Lamont.