La prima de riesgo, un fantasma que pela las barbas de nuestros vecinos italianos

 | 18.05.2018 17:12

Había un tiempo en el que no se podía encender la televisión en España sin que nos recordaran los niveles en los que se situaba la prima de riesgo . Encendías la tele y el telediario abría con los nuevos máximos del diferencial de las obligaciones españolas sobre el bono alemán, ponías la radio y lo repetían en todos los boletines informativos, los periódicos no hacía falta ni abrirlos porque el número de marras aparecía en todas las portadas.

Uno podía tranquilamente desconectarse del mundo, perderse en las montañas y permanecer perfectamente informado porque cualquier persona que te cruzases en el pueblo más pequeño de nuestra geografía podría decirte con total precisión en qué nivel se encontraba la prima de riesgo aquel día.

Eran tiempos difíciles, la crisis apretaba bien a todo el mundo y quién más y quién menos tuvo que hacerse un cursillo casero acelerado para entender qué significaba ese concepto de la “prima de riesgo” y por qué era tan importante para todos.

Desde aquel momento, nos hemos acostumbrado ya a vivir con ese dígito y nos hemos familiarizado con él de tal modo que lo consultamos por las mañanas como el que mira el termómetro a ver qué tiempo hace.

¿Saben ustedes lo complicado que resulta explicarle a una persona de un país que no sea del Sur de Europa la importancia que le damos aquí a la prima de riesgo? No se imaginan ni por un segundo lo marciano que resulta para un alemán o un danés este concepto, ni por qué razón, ya no un españolito de a pie, sino la abuela de un españolito de a pie, repara en la divergencia de la deuda soberana a diez años de su país frente a la alemana.

En los días más oscuros, allá por julio de 2012, la rentabilidad del bono español en el mercado secundario se disparaba por encima del 7,5%, en esas mismas fechas, la del bund germano era de tan solo el 1,2%.

Después de mucho “tutelaje” comunitario e intervención en los mercados del Banco Central Europeo (BCE), la rentabilidad de las obligaciones españolas logró situarse en el mes de marzo de 2015 en el mismo nivel en el que estaban las alemanas en el verano de 2012. Lo que pasó es que, entonces, el cupón ofrecido por el bono germano también había seguido la senda bajista y estaba ya en un ínfimo 0,15%. Poco más de un año después, el mercado ya pagaba a Alemania por poder prestarle su dinero a diez años vista.

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