Luchando contra lo inevitable

 | 21.02.2022 22:38

Aunque en los últimos días las bolsas bailan al son de las últimas noticias procedentes de la frontera entre Ucrania y Rusia, la debilidad de los principales índices es el resultado de una suma de factores económicos y monetarios que se ve agravado por la inestabilidad geopolítica que vivimos en Europa.
 
Una valoración media de la renta variable muy superior a su fair value, el sobreendeudamiento tanto del sector público como el privado, la retirada de los estímulos monetarios por parte de unos bancos centrales sobrepasados por los niveles de inflación más altos en las últimas cuatro décadas, y un deterioro de las cuentas de resultados de un buen número de sectores que no pueden trasladar el incremento de sus costes al precio de sus productos y servicios forman un huracán económico cuya fuerza sigue creciendo. La subida de la rentabilidad de los títulos de deuda pública y corporativa en el mercado secundario, la retirada de la liquidez del sistema financiero por parte de los bancos centrales -algo que comenzará con la reducción oficial del balance de la Fed-, y la caída de la confianza de los consumidores no hacen más que alimentar esta fuerza de la naturaleza económica.
 
En ese sentido, hemos visto cómo la rentabilidad de la deuda del Tesoro americano ha experimentado una importante subida en las últimas semanas, llegando incluso a superar el T-Note a 10 años la cota psicológica del 2%. Con un sector público y privado sobreendeudado, el incremento de un 1% en el coste de financiación supone una carga equivalente a un 2% en el año 2000 para las arcas públicas en EE. UU. y del 1,5% en la Unión Europea. En el caso del sector privado, la relación es algo inferior, pero no debemos olvidar que nos encontramos con niveles de endeudamiento similares o incluso superiores a los del año 2008.
 
Los backtests realizados muestran que la reducción de los balances de los bancos centrales crea mayor inestabilidad en la renta variable y de forma más mantenida en el tiempo que las subidas de los tipos de interés, cuyo efecto en las bolsas suele ser de carácter más coyuntural.
 
En términos de confianza de los consumidores, tomando como referencia el índice de sentimiento de la Universidad de Michigan, éste hizo su máximo en el primer trimestre de 2020 con un índice de 101. Tras la reapertura de la economía tras la crisis COVID, llegó a recuperar niveles de 88,3 en abril de 2021. La última lectura en febrero de 2022 con tan sólo 61,7 puntos muestra a unos consumidores con las perspectivas económicas de largo plazo menos favorables de la última década.
 
En nuestra opinión, lo más importante es aceptar que una vez ciertos fenómenos se activan -bien sean fenómenos de la naturaleza o económicos-, ya no caben más opciones que protegernos de la mejor manera posible para minimizar sus efectos, más que luchar contra lo inevitable. En nuestro huracán económico particular, los bancos centrales llegan tarde. Ya no disponen de herramientas capaces de poner freno al potencial destructivo de un cuadro macro alimentado por ellos y que cada vez se encuentra más cerca de dejar sus efectos en la economía productiva y financiera a ambos lados del Atlántico.

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Flujos netos de efectivo

FactSet (NYSE:FDS) ha registrado salidas netas de efectivo en ETFs de renta variable por importe de 1.000 millones de dólares, y entradas de casi 600 millones de ETFs de renta fija. Las salidas de ETFs americanos fue superior a los 1.600 millones, mientras la renta variable internacional recibió algo más de 500 millones.