Motivos y consecuencias del plan de reestructuración de Deutsche Bank

 | 08.07.2019 14:41

Lo acontecido con el gran banco de Alemania, Deutsche Bank (DE:DBKGn), no es algo que sea nuevo, sino que ya viene de atrás. Ya desde la crisis financiera de 2008 arrastraba dificultades, entre otras cosas, debido a la operativa de su departamento de banca de inversión, que le llevó a estar envuelto en multas que le ha provocado grandes pérdidas. De la misma manera, el año pasado, le afectaron negativamente los efectos y las duras sanciones recibidas por la parte de la justicia estadounidense por manipulación de divisas.

Ya durante el verano pasado, se contemplaba la necesidad de que el banco alemán realizase un gran plan de reestructuración e, incluso, se fusionase con Commerzbank (DE:CBKG) para poder asegurar la fiabilidad del negocio a largo plazo.

Al final, el banco que preside Christian Sewing, ha decidido cerrar su sector de banca de inversión y centrarse en sus fortalezas, las actividades de financiación, cambio de divisas, administración de activos y banca corporativa y privada. Y, por otro lado, realizará un recorte de 18.000 puestos de trabajo a lo largo de los próximos dos años. Aunque se estima una reducción de 6.000 millones de euros, este gran plan de reestructuración supondrá un coste de 7.400 millones de euros y, aparte, se suspenderán los dividendos en los próximos dos años.

Esto afectará a sus ratios de margen operativo y neto, que ya se encontraban por debajo de la media, al igual que puede poner más en cuestión su ratio de endeudamiento a largo plazo, que ya se encontraba en 2018 a 239%, el doble que la media del sector (195,48%). Por el contrario, la ratio de apalancamiento del primer trimestre de 2019 fue del 3,9%, un 0,9% por encima de lo exigido por Basilea III, y el Tier 1 aumentó hasta 13,9%, siendo el mínimo de 7%, lo que le permite mostrar una solvencia elevada. Este nuevo plan es una apuesta a futuro para remontar.

Cabe destacar que, con este proyecto y la salida de Deutsche Bank del sector de la banca de inversión internacional, deja a Barclays (LON:BARC) como el último banco europeo en este sector, principalmente participado por grandes firmas estadounidenses como Goldman Sachs (NYSE:GS), JP Morgan (NYSE:JPM) y Morgan Stanley (NYSE:MS), que serán los que más se beneficien de su salida del sector.

También hay que tener en cuenta que, en Alemania, los bancos están sufriendo por la deuda pública en negativo y un exceso de liquidez. Deutsche Bank, en particular, tiene carteras de crédito y de inversión con mayor riesgo que la media y áreas de mercado que no han ido muy bien. Por otro lado, ha pasado las ratios regulatorias muy justo, lo que hace sospechar que su situación no es muy sólida para hacer frente a posibles escenarios en contra.

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Todo ello, ha hecho que Deutsche Bank lleve ya tiempo penalizado por el mercado. Esto hace que su situación bursátil tenga más posibilidades de mejorar si su plan de restructuración se desarrolla según lo esperado y finalmente sale a flote. Este podría ser el último cartucho del banco, aunque debido a su tamaño e importancia, en caso de que su situación empeore, probablemente, sería respaldado por las autoridades (BCE, Bundesbank y el Gobierno de Alemania) para volver a intentar una fusión.

En marzo de este año, Deutsche Bank comenzó a corregir a alza la tendencia bajista (de un -67%) que había iniciado en septiembre de 2017. Con este impulso, está intentando marcar una nueva tendencia alcista, pero con dificultades para asentarse sobre ella. La confirmación de la resistencia de 7,35 euros como soporte será clave para una posible continuación de la tendencia alcista o que vuelva a estar en la franja de 7,08 y 8,32 durante un tiempo, en la que ya ha estado durante seis meses desde el primer mes de este año.