¿Qué significan las elecciones de Brasil para la economía mundial?

 | 01.11.2022 17:45

  • El regreso del izquierdista Lula al máximo cargo de Brasil completa un pivote político regional iniciado en México en 2018

  • Lula dijo que a su país, tercer exportador mundial de alimentos, "no le interesa el papel de eterno exportador de materias primas"

  • Sin embargo, Brasil ha asumido un papel creciente en el suministro de alimentos al mundo ante la guerra de Ucrania, y se ha beneficiado en gran medida

  • En la segunda vuelta electoral más reñida de la historia de Brasil, el ex presidente de izquierdas Luiz Inácio Lula da Silva volvió al poder después de 12 años, tras obtener ayer el 50.8% de los votos válidos del país. Será su tercer mandato no consecutivo. Jair Bolsonaro es el primer presidente elegido democráticamente en Brasil que no consigue un segundo mandato y aún no ha reconocido su derrota públicamente.

    En su discurso de victoria, pronunciado anoche en un hotel de la mayor ciudad del país, Sao Paulo, Lula, de 77 años, habló de reunificar un país muy dividido, diciendo que "sólo hay un Brasil", una hazaña que parece poco probable dado que Lula se enfrentará a una feroz oposición en el congreso, el senado y los estados.

    El giro político de Brasil es el más reciente y significativo de los últimos años en América Latina. Completa un amplio cambio regional hacia el nacionalismo de izquierdas que ha invadido América Latina desde que Andrés Manuel López Obrador asumió la presidencia de México a finales de 2018.

    Aunque todavía es pronto para evaluar todas las implicaciones de la elección de Lula, aquí hay algunas conclusiones inmediatas relevantes para la economía global.

    Productos alimentarios básicos

    Brasil es actualmente el tercer mayor productor de alimentos del mundo. Recientemente ha desplazado a Estados Unidos como principal exportador de carne de vacuno y sigue siendo el mayor exportador de café y soya.

    Ante la escasez de suministros de grano a nivel mundial debido a la guerra en Ucrania, la sequía récord en Europa y las inusuales lluvias en India y China, el país sudamericano ha surgido como una de las principales soluciones a corto plazo para el creciente problema de la seguridad alimentaria.

    Sin embargo, en su discurso de anoche Lula dijo que a Brasil "no le interesa el papel de eterno exportador de productos básicos". A su vez, se comprometió a dar prioridad a los pequeños y medianos productores rurales, ya que son ellos los que proporcionan la mayor parte del suministro interno de alimentos de su país.

    La declaración indica un pivote de la política agrícola de Bolsonaro centrada en la exportación, que condujo a dos años de exportaciones récord de productos básicos para el país gracias al aumento de los precios mundiales.

    Un cambio en la política agrícola brasileña probablemente sería un viento en contra para los suministros de alimentos del mundo, lo que posiblemente resultaría en un aumento de los precios del mercado y del consumidor.

    A diferencia de Estados Unidos, Europa y China -que ya han alcanzado el pico de producción agrícola-, Brasil ha aumentado su superficie cultivable de forma exponencial durante el gobierno de Bolsonaro. Esto, a su vez, llevó a preocupaciones ambientales, especialmente en lo que respecta a la deforestación de la región Amazónica.

    Como dijo en una entrevista el presidente y CEO de AgResource, con sede en Chicago, Dan Basse: "Calculamos que el mundo necesita aportar otros 25 millones de acres de tierra de cultivo en los próximos cinco años para equilibrar las cosas. La mayor parte de esa tierra tendrá que venir de Sudamérica".

    Petrobras

    Aunque Lula no mencionó nada específico sobre los gigantes corporativos estatales, como Petroleo Brasileiro (BA:APBR) Petrobras (NYSE:PBR) o Eletrobras (BVMF:LIPR3), los negocios de petróleo y electricidad del país, su trayectoria política indica que el gobierno probablemente buscará un mayor poder de decisión en estas empresas.

    Durante su anterior gobierno, el presidente controló la inflación del país a través de políticas de precios máximos en ambas empresas, lo que sobredimensionó sus balances y provocó ganancias mediocres en las acciones a largo plazo.

    Además, un gran escándalo de corrupción que envolvió a los gobiernos tanto de Lula como de su sucesora, Dilma Rousseff, contribuyó a arrastrar a Petrobras a nuevos mínimos.

    Ese panorama comenzó a cambiar durante la presidencia de Michel Temer, en 2016, cuando el ex presidente declaró que la empresa iba a vender su inmensa producción de crudo a precios a la par del índice de referencia estadounidense WTI.

    La liberalización de la empresa se profundizó con Bolsonaro, marcada por una significativa disminución de la propiedad gubernamental de las acciones ordinarias y la venta de muchas licencias de exploración de petróleo a empresas privadas extranjeras y con sede en Brasil.

    Durante ese período, la empresa mejoró sus márgenes operativos y aumentó sus reservas de efectivo, lo que llevó a una ganancia de aproximadamente el 130% para la acción. Además, Petrobras elevó la rentabilidad de sus dividendos hasta casi el 35%.