Quien guarda, halla

 | 24.09.2021 15:14

Con tanta atención a la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) en los sectores de la energía, los servicios públicos, los metales y la minería, se podría perdonar que nos olvidemos de las emisiones relacionadas con el suministro de alimentos. No obstante, esto debe cambiar, ya que el sector agrícola es la mayor fuente de emisiones de GEI después del uso de energía en la industria [1].

El establecimiento, por parte de la ONU, del Día Internacional de Concienciación sobre la Pérdida y el Desperdicio de Alimentos, que tiene lugar cada 29 de septiembre desde el año 2019, ha ayudado a entender la materialidad económica y financiera del sector agrícola. En este sentido, nuestro gráfico de la semana muestra los análisis del Proyecto Drawdown, según el cual la reducción del desperdicio de alimentos podría ser una de las acciones más eficaces para reducir y eliminar las emisiones [2].

Ya ha llegado el momento de que este tema reciba la atención que merece, dado que el 40% de los alimentos cultivados en el mundo se pierden o se desperdician [3], mientras que, además, el año pasado 2.370 millones de personas no tuvieron acceso a una alimentación adecuada [4].

La pérdida de alimentos se refiere a los desperdicios que tienen lugar durante la producción, tras las cosechas y en estados de procesamiento, y son más frecuentes en el centro y el sur de Asia debido a cuestiones como la mala refrigeración o la presencia de roedores. En La India, por ejemplo, las pérdidas posteriores a las cosechas representan en torno al 10% del total de los granos alimenticios producidos, como consecuencia de la presencia de roedores que consumen o contaminan el producto.[5] Sin embargo, ayudar a reducir la pérdida de alimentos es una oportunidad de inversión. Así, por ejemplo, los fondos temáticos pueden conceder préstamos para ayudar a mejorar el almacenamiento de las cosechas e implementar el conocimiento en torno a lo que supone la pérdida de alimentos en el mercado.

Por otra parte, el desperdicio de los alimentos se vincula al comportamiento de los distribuidores y consumidores que, en algunos casos, preparan alimentos que luego no se consumen o tiran la comida pasada su fecha de caducidad. En este entorno, la industria de bienes de consumo se ha propuesto reducir la pérdida de alimentos y, de esta forma, diez de las mayores empresas han marcado como objetivo trabajar con sus 20 mayores proveedores para reducir el desperdicio de alimentos en un 50% para 2030. Esto es lo que se conoce como la iniciativa 10x20x30.[6]

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Estas acciones pueden ser rentables: un análisis[7] de 700 empresas reveló que cada dólar invertido en reducir el desperdicio de alimentos a través de acciones como la formación del personal, la modificación de los procesos de almacenamiento y manipulación de los alimentos y el cambio de los envases se traducía en un retorno de 14 dólares. Asimismo, muchos restaurantes y cocinas de hoteles ya están utilizando la inteligencia artificial para reducir los desperdicios, ahorrar dinero y reportar una rentabilidad sólida. [8] En conclusión, este tema ofrece suficientes ángulos como para atraer a diversas partes interesadas y, en nuestra opinión, cuanto antes se aborde, mejor.