Se sienten aires de recesión

 | 18.05.2016 13:59

Anticiparse al cambio de ciclo económico es una de las tareas más difíciles que tiene un inversor por delante. Sin embargo, existen señales que sirven de mucha ayuda. Hoy analizamos una de ellas.

En el año 2010 comencé a colaborar por primera vez con Inversor Global. Por ese entonces, la empresa había expandido sus negocios más allá de la frontera de la Revista Impresa para ofrecer cursos de capacitación al inversor.

En ese marco, preparé una clase denominada Administración de Portafolios. La misma estaba centrada en dos ejes fundamentales: la necesidad de que cada persona entienda qué perfil de inversor tenía (conservador, moderado o agresivo) y cómo se podía generar importantes retornos a través de la anticipación al ciclo económico.

Mi columna de hoy se centrará en este último factor, el de los ciclos económicos.

Tanto los mercados como las economías se mueven en ciclos. No importa de qué país se trate o de qué región económica. Incluso el mundo es cíclico. La diferencia entre los ciclos de mercado y los ciclos económicos es que los primeros ocurren antes. Como bien se dice en la jerga bursátil, los mercados se adelantan a los acontecimientos económicos.

En concreto, podemos detectar cuatro fases del ciclo:

1.Recuperación: después de una instancia de depresión, los mercados y la economía inician a salir a flote. Comienzan a observarse síntomas positivos en el nivel de actividad y los agentes de la economía recuperan la confianza. En ese momento los inversores empiezan a apostar a las acciones.
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2.Auge: los síntomas de confianza se exacerban hasta el extremo. Los inversores creen que esta situación perdurará por siempre y se animan a realizar apuestas más agresivas para su portafolio, como por ejemplo, la inversión en los commodities. En términos de actividad se expande más allá de lo necesario la frontera productiva y los consumidores se endeudan para financiar consumo más allá de sus posibilidades.

3.Crisis / Recesión: cambia el ánimo de los inversores y de los distintos jugadores de la economía. Todo luce más sombrío, la desesperanza aumenta y el desánimo es generalizado. Caen los mercados de acciones y la actividad económica se contrae. Los inversores prefieren refugiarse en efectivo.

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4.Depresión: llegamos al punto donde no parece haber salida para nadie, las inversiones en capital físico se derumban por completo, aumenta el desempleo y los indicadores sociales se deterioran. Los mercados bursátiles sufren y los inversores se refugian en activos de alta calidad crediticia y seguros como los bonos.