José Luis Benito | 06.04.2020 07:25
El viernes pasado desayuné leyendo el artículo de mi estimado colega José María Romeral, titulado: "Telefónica, otra vez 'atacada' por las agencias de rating".
Al final del mismo, José María alertaba al lector con el siguiente mensaje, que podría haber sido también un buen titular para su artículo: ¡Telefónica (MC:TEF) a 4 euros! Aprovecho mi lectura para robárselo y empezar a escribir mi artículo; con su permiso. Y empiezo así:
“Ante el claro sesgo negativo de los últimos artículos que han aparecido en los medios, José María rebatía, con argumentos, las críticas al apalancamiento (deuda) de Telefónica, a su vulnerabilidad en un mercado muy competitivo y al impacto que sobre sus cuentas podrían tener posibles devaluaciones de las divisas en Latinoamérica. Su análisis le honra porque, al menos, emite sus juicios con razones y no sin ton ni son, como hacen las agencias de “rating” cuando utilizan los medios para comunicar sus conclusiones.
Sí, es muy fácil para una agencia de rating o para un banco de inversión decir que cambian su calificación a negativa o fijar un determinado precio objetivo muy concreto para el precio de un valor como Telefónica. Por ello, y en su línea, prefiero hacer yo lo mismo y lo que le digo al lector es lo siguiente: “Telefónica es un valor con perspectivas positivas, con precio objetivo de 8 euros a 2 años vista y recomiendo sobreponderar y comprar si no la tienen en cartera”. ¿Cuál es la diferencia entre mi juicio y el juicio que puedan comunicar las agencias de rating como S&P o la banca de inversión como Morgan Stanley (NYSE:MS) o Berenberg? Ninguna, pues todos tenemos al menos un 50% de probabilidades de acertar en nuestro juicio, dado que los valores en la bolsa solo pueden subir o bajar en el largo plazo, que es cuando se pueden verificar los aciertos o los errores de los que emiten estas valoraciones. Perdón, reflexiono, la diferencia entre ambas recomendaciones, como diría el maestro de Figueras, y que a continuación explico, serían unas decenas de millones de dólares, las ganancias que se embolsarán estas entidades con este tipo de recomendaciones.
Como decía, y para que se entienda mejor, haré referencia a una entrevista que los medios hicieron a Salvador Dalí hace ya algunos lustros. En aquella ocasión, preguntaron al pintor: ¿cuál es la diferencia entre el Cristo de Velázquez y una copia que usted hiciese del mismo? El maestro del dibujo respondió abruptamente, con urgencia: ¡ninguna! Pasados dos segundos de reflexión, Salvador aseveró: ¡la diferencia sólo serían algunos millones de dólares! Con ello, el genio de Figueras confirmaba que podría realizar una copia perfecta de esta obra maestra de Velázquez y que la diferencia entre el original y la copia solo sería el precio que fijase el mercado dependiendo del nombre del pintor que firmase el cuadro; no lo dudo.
Lo dicho, el tiempo dará la razón al sabio o al que la tenga. No lo olviden, si no he leído mal en los medios, Berenberg fija ahora el precio de Telefónica en 4,5 euros, Morgan Stanley en 5,70 euros y yo, por una simple cuestión de simetría o de redondez, en 8 euros a dos años vista.
Y para seguir copiando a mi colega José María, voy a justificar mi precio objetivo con algunos argumentos de peso; como sigue:
Lamentablemente, he visto circular un vídeo tremendista en las redes comentando que Telefónica iba a quebrar como el Popular: ¡Dios mío, que tendrá que ver Telefónica con el Popular! Tanto o menos que la velocidad con el tocino. También me ha llegado otro vídeo justificando que nos encontramos en una tercera guerra mundial en la que ganarán los chinos. En fin, lo único que es cierto en ambos vídeos es que el entorno mundial va a cambiar mucho y que estos cambios van a beneficiar más a unos países que a otros y más a algunas compañías que a otras y, entre las beneficiadas, por los argumentos que he expuesto, estará Telefónica.
Por todo ello, recomiendo que el que no esté colocado en este valor, se coloque y al….
¡Suerte a todos!
NOTA: Ah, se me olvidaba, he leído en la prensa que Morgan Stanley, banco asesor de Telefónica en la venta/desinversión de sus activos en Latinoámerica, recortaba el precio objetivo de la operadora al dudar de esta transacción. Si me apellidase Sánchez-Pallete y mi nombre fuese José María, en lugar de subcontratar a Morgan Stanley para vender entre dudas las filiales no estratégicas de Telefónica en Latinoamérica, subcontrataría, si todavía viviese, a Rita la Cantaora, pues para que hablen mal de la cosa es preferible ahorrarse unos cuartos. Además, si así lo hiciese, los accionistas se lo agradecerían.
Me despido con un sencillo pareado, tan sencillo y tan redondo como mi análisis del precio objetivo y del absurdo comportamiento “casus belli” de Morgan Stanley:
“¡Vaya guasa, el enemigo en casa!”
Y con una DEDICATORIA: dedico este artículo a nuestros viejitos, a aquellos que, como mi madre, Matilde, nacieron antes del 36 y tuvieron la desgracia de vivir un “Estado de Guerra” y sus penurias, que pasaron por tiempos de terror, escasez y hambruna y que ahora solo se pueden levantar en armas quedándose en casa y rogando a los demás que así lo hagan. ¡Mamá, no nos doblegaremos y, allá donde te encuentres, no dudes que, antes o después, los que quedamos libres en esta tierra de Dios, buscaremos siempre los pechos maternos para morir abrazados!
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