¿Una oportunidad de oro?

 | 09.09.2019 08:47

El oro arrastra una dilatada historia. Durante miles de años la gente lo ha utilizado de un sinfín de maneras diferentes: como joya, moneda, ornamentación, para acompañar a los difuntos e incluso, en un momento dado, ¡alguien pretendió bebérselo! Por suerte, esto no llegó a ponerse de moda, pero muchos aún consideran que el oro sigue siendo una inversión viable a largo plazo y una buena alternativa a los valores de renta variable y renta fija; además, mantiene una aureola de activo protector frente a la inflación, cuando en realidad puede implicar más riesgos de lo que cabría esperar.

El oro protagoniza temporadas de gran popularidad, a menudo ocupando el centro de atención tras un fuerte aumento de su cotización. Aun así, el oro no deja de ser una materia prima, un bien físico cuyo precio fluctúa en función de la oferta y la demanda. Cuando la cantidad de oro que la gente quiere comprar –demanda‒ supera al oro disponible ‒oferta‒, entonces su precio generalmente sube hasta que la oferta y la demanda se equilibran; el movimiento contrario puede ocurrir con la misma sencillez, ya que los precios de las materias primas ‒como la plata, el acero, el trigo o el petróleo‒ oscilan en función de los factores de oferta y demanda: a veces se disparan y otras se desploman. A veces el oro ha caído mucho, y durante mucho tiempo, por lo que no es el valor refugio que muchos imaginan.

h2 /h2 h2 La rentabilidad del oro no brilla tanto a largo plazo/h2

Analizar los registros históricos del precio del oro es útil para comprender sus riesgos. Desde que en 1973 el codiciado metal empezara a cotizar libremente en EE.UU., la renta variable mundial ha obtenido una rentabilidad acumulada del 4,445%, o del 8,3% en términos anualizados1. Los bonos del Tesoro estadounidenses a 10 años también exhibieron un bueno tono, con una rentabilidad del 2,254%, o alrededor del 7,1% anualizada2. Sin embargo, el oro solo registró un alza del 1,042%, del 5,6% anualizada3. No son datos deslumbrantes.

Ya hemos observado que la rentabilidad a largo plazo del oro es mediocre, pero aún hay más. El oro también atraviesa largos periodos de auge o declive, como suele pasar en muchas materias primas. Sirva de ejemplo el gráfico 1: desde 1973 el oro ha experimentado cerca de siete grandes fases alcistas. Sin embargo, estas aceleradas expansiones únicamente se registraron alrededor del 18% del tiempo4. Compare ese pequeño porcentaje con el de las acciones, que han subido el 77% de todos los tramos de 12 meses durante el mismo intervalo5. Por no hablar de las etapas de declive del metal amarillo, que pueden ser especialmente duras. Tras la explosión de finales de los setenta y principios de los ochenta, su cotización se desplomó y no fue hasta 25 años más tarde que volvió a su máximo anterior a la caída. En ese tiempo el índice MSCI World subió un 2,063%, lo que representa un coste de oportunidad potencialmente enorme para los inversores en oro6. ¿Podría soportar que una rentabilidad inferior a la del mercado se prolongara tanto tiempo?

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Gráfico 1: La cotización del oro suele ser más bajista que alcista