Vale la pena seguir apostando por los bonos emergentes pese al riesgo

 | 10.01.2018 20:41

Este 2018 comenzó con una explosión para los bonos de mercados emergentes, con las principales referencias de este tipo de mercados (EM, por sus siglas en inglés) logrando nuevos máximos históricos en los primeros días de enero, a pesar del hecho de que el rendimiento global de los bonos principales ha sido desafiado por un paisaje general de incremento de los rendimientos.¿Pero este desarrollo es sostenible?

La recuperación de precios de los bonos de mercados emergentes de 2016-17 fue interrumpido solo una vez por el sablazo de la Reserva Federal, y ha traído buenos retornos (incluso de dígitos dobles en algunas regiones).

Algunos de los mismos factores que propulsaron el último rally de seis meses seguirán respaldando a esta clase de activos en el corto plazo, y lo más importante es la falta de alternativas debido a las bajas curvas de rendimiento globales, las monedas locales fuertes o estables debido a un dólar más débil, desarrollos positivos a nivel mundial con (aún) poca presión inflacionaria, y el hecho de que la mayoría de los mercados emergentes ahora están más maduros y su infraestructura financiera está mucho más alineada con los mercados y estándares globales de capital.

Con el tiempo, algunos de estos factores cambiarán. El aumento de los rendimientos de los bonos de los Estados Unidos es un peligro particular. El desafío en este momento es la curva de rendimiento muy plana de los EE.UU.; esto refleja una falta de confianza en la Reserva Federal y una próxima desaceleración, o por otra parte, una acumulación de presión de rendimiento del extremo corto que produce condiciones de "efecto de recuperación" en loa rendimientos más largos estadounidenses y globales, con un aumento repentino si la inflación y más alzas de tasas de la Fed se hacen realidad.

Como dijimos la semana pasada, el miedo no se ve por ningún lado. Y en el caso de que se materialice, es probable que lo haga en el último momento debido a la continua relajación cuantitativa global, la consecuente abundancia de liquidez invertible y la capacidad de recuperación épica que esto genera.