¡Ya están aquí!

 | 21.03.2022 08:37

Sin duda, una de las frases más célebres del cine de terror de los años 80. Quién no recuerda a Heather O’Rourke, aquella niña con cara angelical que nos aterrorizaba girando su cabeza hacia la cámara mientras nos avisaba de que lo peor estaba por llegar. ¡Ya están aquí!
 
Efectivamente, los fantasmas de las políticas monetarias restrictivas se encuentran entre nosotros. Lo hacen por ahora con una subida de 25 pb en los tipos de interés en EE. UU., y con la finalización del programa de compras de bonos corporativos e hipotecarios, lo que trae consigo no sólo un mayor coste cuando una empresa o un particular quiera obtener financiación, sino también un endurecimiento de las condiciones de concesión de los préstamos por parte de los bancos. Y ya se sabe… menos dinero “fresco” disponible, menos probabilidad de llegar a fin de mes.
 
Pero los fantasmas que dan más miedo aún están por llegar. Nos referimos en particular a la evolución de los diferenciales entre la deuda corporativa Investment Grade y High Yield, y la reducción del balance de la Fed, que además se encuentran íntimamente relacionados.
 
Los diferenciales aún se encuentran en niveles de extrema complacencia, y tenderán a aumentar a medida que lo hagan los tipos de interés y se reduzca el balance de la Fed. Los momentos de mayor terror en los mercados han venido acompañados -incluso anticipados- por una deriva en los mercados de deuda. Durante el crash del COVID, los bancos centrales consiguieron evitarlo inyectando masivamente dinero en el sistema. Sin embargo, la situación hoy es mucho más grave ya que, con una inflación en el 7,9% en EE. UU. y del 5,9% en la zona euro, se encuentran atados de pies y manos. Necesitarían soplar y sorber al mismo tiempo, y todos sabemos que no es posible.
 
Inflación baja, pleno empleo, crecimiento sostenido de la economía y estabilidad financiera están en la lista de los reyes magos de todos los bancos centrales. Sin embargo, las circunstancias actuales hacen imposible tenerlo todo. Van a verse obligados a sacrificar alguno de ellos y, con políticas monetarias restrictivas como las actuales, los bancos centrales eligen cumplir con su principal mandato: el control de la inflación. Para avanzar en ese objetivo, van a tener que desatender la creación de empleo, el ritmo de crecimiento de la economía y/o la estabilidad en el precio de los activos financieros.
 
¿Hasta qué punto van a permitir que entremos en una nueva recesión apenas dos años después de la última? ¿Hasta qué punto van a dejar caer a los mercados antes de intervenir?

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