¿Se recuperará el petróleo (o realmente es distinto esta vez)?

 | 26.02.2016 08:31

Por Clement Thibault

Una de las analogías más conocidas del mercado es algo así como: no intentes nunca coger un cuchillo que cae. Cuando se trata del precio del petróleo, sin embargo, puede que debiera aplicarse una nueva versión de la analogía. ¿Y si ya supiéramos que hay un patrón histórico según el cual el cuchillo siempre cae, golpea el suelo y luego rebota pero con el mango hacia ti, en vez de la hoja? ¿Qué haríamos entonces?

El precio del petróleo sigue siendo un cuchillo, por supuesto, y sigue siendo peligroso, pero aún estamos muy lejos de la noción generalmente aceptada del cuchillo que cae. Con los precios de hoy, el petróleo parece ser ese cuchillo indisciplinado. De hecho, históricamente, cuando el petróleo desciende bruscamente, siempre resurge de sus cenizas. Para aquellos valientes que mantuvieron sus posiciones largas cuando estaba en mínimos, aún hay posibilidades de percibir jugosos beneficios en algún momento.

Si tenemos en cuenta los últimos diez años, hemos observado unas cuantas idas y venidas en los precios del petróleo. Aunque los precios se encuentran hoy en su cota más baja de la última década, habiendo descendido un 75% desde el verano de 2014, éste no es el mayor desplome ininterrumpido de los precios en ese periodo de tiempo.

De hecho, ese “honor” pertenece al desplome de seis meses de duración protagonizado por las materias primas entre julio de 2008 y enero de 2009. Durante ese tiempo, los precios del petróleo cayeron la friolera de un 78%, de 147 a 32 USD por barril.

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Cronológicamente, la primera caída grave de los precios de la última década ocurrió entre julio de 2006 y enero de 2007. Durante el verano de 2006, los precios se dispararon hasta los 78 USD por barril al originarse, entre otros acontecimientos, el conflicto Israel-Hezbolá en la frontera norte de Israel.

Entonces los precios empezaron a descender, en parte debido a que el otoño de 2006, temporada de huracanes ‒periodo en que habitualmente se evacuan las plataformas petrolíferas por seguridad de sus trabajadores, disminuyendo así el suministro y haciendo subir los precios‒ fue relativamente benigno. Por lo tanto, la producción continuó sin interrupciones, haciendo bajar los precios, que se habían fijado ya en función de los efectos potenciales de la temporada de huracanes.

En enero de 2007, el barril de petróleo se vendía a poco menos de 50 USD, con una considerable caída del 36,35%. Algunos lectores recordarán lo que pasó a continuación: seis meses después de este descenso, durante el mes de julio de 2007, el petróleo repuntó hasta casi alcanzar de nuevo los precios del año anterior ‒78 USD por barril. Esta recuperación, respaldada por una fuerte demanda de Asia, benefició a los inversores con devoluciones de más del 56% en medio año.

El otro gran desplome de los precios del petróleo de la década ocurrió durante la segunda mitad de 2008. La fuerte demanda de Asia, así como la nueva inyección de efectivo de los inversores, que descubrían el sector de las materias primas, catapultó el petróleo que se adentró en territorio desconocido, llegando a registrar máximos de más de 147 USD.

Poco después, la crisis económica mundial puso el mundo financiero ‒y el petróleo— patas arriba, y los precios del petróleo se dispararon, llegando a alcanzar los 32 USD por barril durante el mes de enero de 2009, con un retorno negativo del -78%. Los pesimistas predijeron el fin del mundo en aquel momento, pero los espabilados optimistas fueron generosamente recompensados.

Los precios del petróleo subieron hasta 73 USD en junio de 2009, un 126% por encima del nivel en que se situara seis meses antes. Muchos actores del mercado consideraron este extraño (y difícil de explicar) repunte el resultado directo del primer programa de expansión cuantitativa de la Fed.