Breakingviews-La crisis del coronavirus es una repetición distorsionada de la de 2008

Reuters

Publicado 17.03.2020 14:54

Breakingviews-La crisis del coronavirus es una repetición distorsionada de la de 2008

Por Neil Unmack

LONDRES, 17 mar (Reuters Breakingviews) - La crisis del coronavirus no será una repetición del último colapso de los mercados financieros mundiales de 2008, sino que castigará de nuevas formas. Las prohibiciones de viajes, las cuarentenas y el cierre de restaurantes y tiendas en Occidente han suscitado el temor de que se produzca una contracción del crédito como la que siguió a la quiebra de Lehman Brothers hace casi 12 años. Si bien el estado más saludable de los bancos da motivos para la esperanza, las empresas son más vulnerables y los gobiernos están menos unidos.

Los mercados financieros están mostrando signos de un mundo post-Lehman. El temor a una recesión mundial provocada por un virus ha hecho con que los inversores vendiesen activos de riesgo. El índice de volatilidad VIX, considerado el "barómetro del miedo" de Wall Street, ha alcanzado niveles observados por última vez en el otoño de 2008. La negociación de los bonos del Tesoro estadounidense, el considerado como activo financiero más seguro del mundo, se derrumbó la semana pasada. Los bancos centrales están recortando los tipos de interés, comprometiéndose a comprar bonos y activando líneas de financiación de emergencia en dólares, tal como hicieron durante la última crisis financiera.

Los costes de financiación de las empresas se están disparando, creando riesgos de una espiral de impagos. El índice iTraxx Europe Crossover, que incluye seguros de crédito (CDS) de empresas sin grado de inversión, se ha triplicado con creces hasta superar los 600 puntos básicos, en línea con el 15 de septiembre de 2008, día en que Lehman se declaró en suspensión de pagos. Los analistas de UBS (SIX:UBSG) esperan que el crecimiento mundial disminuya a sólo el 0,8% este año en caso de una pandemia mundial.

LO MISMO, PERO DISTINTO

Sin embargo, las diferencias son también muy marcadas. Empieza con el sistema bancario. En 2008, los bancos estaban en el ojo del huracán de la crisis. Tenían bajos niveles de capital, dependían de una financiación voluble y estaban muy expuestos a créditos de alto riesgo. El estallido de la burbuja de las hipotecas subprime en Estados Unidos se llevó por delante todo el sistema financiero.

Hoy en día los bancos son más seguros. Sus colchones de capital de máxima calidad se han duplicado con creces, según el Consejo de Estabilidad Financiera (FSB, por sus siglas en inglés). Las entidades financieras han controlado las operaciones de trading por cuenta propia y tienen menos exposición a los fondos de cobertura. Eso significa que es menos probable que reduzcan el flujo del crédito. De hecho, las autoridades están utilizando el exceso de capital de los bancos para ayudar a amortiguar el impacto del coronavirus. La Reserva Federal estadounidense, el Banco de Inglaterra y el Banco Central Europeo permitirán a los bancos tirar de las reservas existentes.

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Pero mientras que los bancos están más sanos, las empresas se encuentran más débiles. Una década de tipos de interés bajos y de compra de bonos por parte de los bancos centrales ha alentado a muchas grandes corporaciones a apalancarse. Los analistas de Société Générale (PA:SOGN) consideran que las empresas estadounidenses con calificaciones de deuda de grado de inversión han impulsado la deuda hasta alrededor del 40% de sus activos, más que durante la recesión de 2009 o tras la burbuja de internet en 2002. Los analistas de Bank of America (NYSE:BAC) Merrill Lynch consideran que alrededor del 8% de los integrantes del índice STOXX 600 de empresas europeas no obtienen suficientes beneficios de explotación para cubrir los intereses de sus deudas.  

Y LO QUE ES PEOR

Las empresas tampoco están preparadas para absorber el choque económico causado por el coronavirus. Mientras la actividad va paralizándose, las más frágiles se verán presionadas para frenar el gasto y reducir los costes. Si bien los bancos pueden ofrecer cierta flexibilidad en materia de préstamos, las empresas que dependen del mercado de bonos para su financiación tienen menos capacidad para renegociar rápidamente los pagos.

La estructura de los mercados financieros también ha cambiado. Hay menos fondos altamente apalancados que en 2008, y los fondos del mercado monetario a corto plazo están menos expuestos a instrumentos de crédito de riesgo.

Sin embargo, se reúnen otras vulnerabilidades. Gran parte del riesgo asociado a la deuda de las empresas ha terminado en fondos que permiten a los inversores retirar su efectivo rápidamente. Esos fondos tienen entonces que deshacerse de menos activos líquidos para poder reembolsar a sus inversores. Muchos fondos cotizados en bolsa han estado operando a precios inferiores al valor de sus activos, lo que es una clara señal de la tensión en el mercado.

También se puede decir que los mercados de bonos corporativos dependen más de las calificaciones crediticias que durante la última crisis mundial. CreditSights considera que las empresas calificadas con rating "BBB" representan ahora la mitad de los índices de deuda con grado de inversión en Estados Unidos. El riesgo es que, a medida que los rating de esas empresas se rebajen a la categoría de "basura", los fondos que siguen esos índices de referencia se verán obligados a vender. Las obligaciones de préstamos con colateral, que suponen más de 820.000 millones de dólares de préstamos a empresas de capital privado, son otra nueva área de vulnerabilidad. Estos fondos pueden ser forzados a cerrar si rebaja el rating de demasiados activos.

Los bancos centrales, por su parte, tienen menos munición. Los tipos de interés oficiales en los países occidentales ya eran muy bajos o negativos cuando empezó esta crisis. Es cierto que las autoridades monetarias están más dispuestas a considerar medidas como la compra de deuda corporativa, lo que parecía una herejía en 2008. Pero aún así no pueden abordar los problemas subyacentes causados por el virus.

Esto recae sobre los gobiernos, que ya se están enfrentando a sus propios desafíos. En 2008, respondieron rápidamente inyectando capital en los bancos y reabriendo el grifo del crédito. El grupo del G20 unió entonces sus fuerzas para impulsar el crecimiento y desbloquear los préstamos. Ahora los gobiernos se esfuerzan por proporcionar liquidez a las empresas y los consumidores en dificultades. Pero hasta el momento hay pocas pruebas de una acción coordinada decisiva. Esto significa que la crisis de 2020 será diferente - y posiblemente peor - que la de 2008.