Presumiblemente el nuevo mundo navega hacía una nueva economía. El BCE y la Fed se empeñan en usar políticas de la vieja economía, es decir, regar de dinero el mercado ignorando a la vez la enorme burbuja que se está generando consecuencia de sus políticas. Generan más deuda, que será impagable y vamos a ver estados en quiebra en esta década.
La nueva economía va a consistir en el arte de gestionar lo escaso, olviden la abundancia. Aunque aún no se ven atisbos de ello, cierto es. El condicionamiento ideológico y la ortodoxia económica de Keynes y Stiglitz muy presentes en el diseño de políticas económicas acrecientan la incertidumbre por su ineficiencia ante un mundo nuevo.
La repatriación de sectores se está iniciando poco a poco por parte del sector privado. Las cuentas de resultados mandan y aceleran la transformación cueste lo que cueste para sobrevivir. La automoción está abriendo el camino al que se sumarán otros sectores en el corto y medio plazo. Es una política nacional donde prioriza la generación de valor en casa. Llámenlo desglobalización, glocalización o deslocalización. Me gusta llamarla economía de retorno. Si produces y no vendes o si no produces y sólo compras acabarás muriendo de una u otra manera. Así ocurre, el número de concursos de acreedores se acelera destruyendo tejido empresarial. Se prevé quintuplicar en número a los peores años de la crisis subprime.
Burbuja también se está concentrando en los mercados financieros. La democratización de la inversión está disparando los colectivos que operan vía apuestas. No es baladí que esto está empezando a incrementar el dinero en los mercados, generando apuestas en compañías en quiebra como Hertz (NYSE:HRI) o chicharros difícilmente apetecibles desde el punto de vista técnico y por ende generando pequeñas, medianas y grandes burbujas ya que su operativa es por consejo, no por análisis. No es inversión, es apuesta. Como dato, los mayores propietarios de la bolsa norteamericana son las familias 34%, fondos de inversión 22%, inversores extranjeros 16%, fondos de pensiones 11%, ETF 6% y Hedge funds 3%. Peligroso dato el de las familias. Los mercados impulsados por la euforia nunca terminan bien.
Es evidente que tanto la economía real como la financiera están sufriendo un fenómeno "matrix" difícil de paliar. Las nuevas generaciones prefieren vivir sin ataduras y son defensores de la no hipoteca, no coche y pro economía colaborativa y usufructuaria con unos efectos masivos que lastran a los estados reduciendo drásticamente la demanda de productos y servicios y por ende la recaudación estatal. Añadan también el envejecimiento generalizado de la población. A más viejo, menos consumo. Añadir que los consumidores estadounidenses siguen financiando su nivel de vida a base de créditos y eso dificulta el crecimiento de la economía y por ende incrementa la deuda.
Ante estos escenarios vemos la ineficaz actividad de los bancos centrales que ante cualquier contratiempo recurren sistemáticamente a la impresión de dinero. Toda una huida hacia adelante por intentar sostenerlo todo esperando algo que el resto desconoce. Lo de la flexibilización cuantitativa ya no es la solución aunque se empeñen en hacerlo. No habrá recuperación real sin políticas de oferta. A más gasto público y deuda solo genera estancamiento.
No descarten que España y Portugal se unan por la inviabilidad de sus recursos y deuda acumulada para ser una junta más fuerte llamada Portaña, una sinergia en toda regla para generar economías de escala. No descarten que la financiación de los estados encuentre un límite ya que ni el mercado ni los bancos centrales van a poder comprar siempre todo eternamente.