(Artículo de Chris Iggo, CIO Core Investments de AXA (PA:AXAF) INVESTMENT MANAGERS)
Para los inversores, hay lecciones vitales que aprender del año pasado. La primera de ellas es que cuando las cosas se ponen difíciles, aparecen los responsables políticos. Desde que quedó claro cuán graves iban a ser los efectos de la pandemia, la política monetaria y fiscal ha respaldado la economía mundial y, por extensión, los precios de los activos financieros. Es importante que esto continúe y, desde una perspectiva a largo plazo, los beneficios de un apoyo político agresivo superan ampliamente los costes. Las preocupaciones por el aumento de los déficits presupuestarios, la deuda y los inflados balances de los bancos centrales deben juzgarse teniendo en cuenta que la política sigue limitando el riesgo de una destrucción devastadora de la riqueza, un desempleo masivo y una depresión total.
Otra lección es prestar atención a la ciencia. La fragilidad de nuestro modo de vida ha quedado expuesta por una pandemia, para la cual, en retrospectiva, lamentablemente no estábamos preparados. El éxito o no de la gestión de la crisis ha sido determinado por nuestra comprensión y aplicación de la investigación epidemiológica y virológica.
Para el próximo año, las expectativas cambiantes de la forma y la fuerza de la recuperación serán importantes para influir en los rendimientos y la volatilidad. Con lo que podemos contar es que los tipos de interés seguirán siendo extremadamente bajos, y por lo tanto las empresas y los gobiernos seguirán disfrutando de una financiación de bajo coste.
La perspectiva es favorable para la renta variable
En este entorno, las perspectivas siguen siendo favorables a la renta variable. El apoyo a las políticas y la fe de los inversores en una solución científica a la pandemia han sido los dos pilares del rendimiento del mercado desde el pasado mes de marzo. El crecimiento se ha reanudado y debería continuar mientras los tipos de interés se mantengan bajos. En muchas economías hay un aumento del gasto de los consumidores y de la producción industrial. Los sectores destrozados por la pandemia tendrán la oportunidad de recuperarse en los próximos 12 a 24 meses. Sin embargo, la vida no será un lecho de rosas. Es probable que los mercados de valores reflejen numerosas tendencias, y no sólo que el progreso del PIB mundial se reoriente hacia lo que habría sido su nivel de tendencia.
Algunas de estas tendencias son claras. La evolución de un mercado defensivo, a un mercado alcista más cíclico, ha tenido un par de falsos comienzos. Lo que lo ha ahogado hasta ahora es el impacto perjudicial de la pandemia en la actividad, que ha hecho retroceder la siguiente etapa de la recuperación cíclica. También existe la falta de convicción de que la inflación y las tasas aumentarán y que las ganancias cíclicas experimentarán una trayectoria por encima de la tendencia, aunque sean necesarias para un mercado alcista de base más amplia. Como no estamos convencidos de que la inflación vaya a aumentar y esperamos señales convincentes de mayores rendimientos, el apoyo debe provenir de las ganancias. El consenso para 2021 es un fuerte crecimiento de las ganancias por acción en relación con la recesión de 2020. Sin embargo, en la actualidad, el nivel de ganancias proyectadas para fines del próximo año no es mucho más alto que el de fines de 2019.
Es necesario dar a los inversores razones para que tengan más confianza en que las ganancias se recuperarán con firmeza el año próximo y hasta 2022, y en general esperamos que así sea. Sin embargo, es necesario que la historia incluya una recuperación de las ganancias en los sectores cíclicos y en los más afectados por la pandemia. Sigue sin estar claro el plazo en que sectores como el de los viajes en avión y la ocupación hotelera volverán a sus niveles normales. Aquí es donde el despliegue de las vacunas es fundamental para poner al mundo en una senda de recuperación hacia la normalidad económica. El ciclo industrial también debe seguir fortaleciéndose para impulsar el nivel general de las ganancias corporativas.
Hay otros dos grandes temas para las acciones. Uno es el impacto continuo de la digitalización y la automatización en muchos ámbitos de la vida. La pandemia lo ha identificado claramente. La comunicación, el consumo, la educación y el entretenimiento en línea están sustituyendo a muchas actividades económicas tradicionales. Los grandes proveedores de servicios en línea y la tecnología que los respalda continuarán, con toda probabilidad, proporcionando un crecimiento superior.
El otro tema está relacionado con la transición energética. Este año se ha observado una mayor conciencia de la necesidad de reducir rápidamente las emisiones de carbono. Lograr la neutralidad del carbono requiere trillones de dólares de inversión en los próximos años. La clave está en mitigar el costo de la transición mediante el progreso tecnológico, lo que ofrece muchas oportunidades de inversión. Entre ellas figuran el desarrollo continuo de fuentes de energía renovables y la identificación de las mejores empresas de todos los sectores que están elaborando planes estratégicos creíbles para reducir su huella de carbono. El hidrógeno como combustible ecológico, la captura y el almacenamiento de carbono y las nuevas formas de transporte y almacenamiento de la energía ecológica son esferas en las que es necesario invertir, pero que también pueden ofrecer oportunidades rentables a los principales agentes.
Una economía sostenible es aquella que puede generar riqueza y crecimiento. De cara al futuro, la mitigación del cambio climático podría resultar tan poderosa para los beneficios de las empresas y los inversores en capital social como lo ha sido la digitalización en los dos últimos decenios.